Autora: Dra. Lorena Keller
La obesidad representa un serio problema de salud pública que afecta a casi 2 billones de adultos en todo el mundo. Las estimaciones indican que, si esta tendencia continúa, hacia el 2025, la prevalencia global de la obesidad alcanzará el 18 % en hombres y 21 % en mujeres. Por otra parte, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas con diabetes fue 4 veces mayor en 2014 que en 1980, con la mayoría viviendo en países desarrollados, y se estima que para el año 2035 la diabetes representará la séptima causa de muerte.
La obesidad está asociada con múltiples patologías como hipertensión, dislipemia, síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular y cáncer, y es el principal factor de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2. En relación a las causas que conducen a la obesidad, el tejido adiposo libera sustancias que conducen a inflamación y oxidación de las células. A su vez, el aumento sostenido de la glucosa en sangre conduce a una activación de procesos celulares, que contribuyen a generar una inflamación persistente de tipo silenciosa, que a la larga conduce a complicaciones en la mayoría de los órganos.
La microbiota intestinal está constituida por billones de microorganismos, principalmente bacterias, que conviven en equilibrio con nuestro organismo, y cumplen numerosas funciones fisiológicas muy importantes para mantener la salud. Actualmente la microbiota se considera un factor implicado en el desarrollo de estas enfermedades crónicas no transmisibles mencionadas anteriormente. En todas ellas se observan alteraciones en la composición y/o función de la microbiota, conocidas como disbiosis. Este fenómeno ha ido aumentando en paralelo con la occidentalización del estilo de vida que se ha producido en los últimos 20 años en todo el mundo, es decir con el aumento del consumo de alimentos altamente procesados, azúcares refinados, grasas saturadas, la disminución de la ingesta de fibra, y la práctica de hábitos poco saludables, como el sedentarismo, el consumo de alcohol y de tabaco.
Cuál es el papel de la microbiota en la metabolización de los alimentos?
La microbiota intestinal juega un papel clave en la utilización y almacenamiento de energía del organismo, especialmente a través del metabolismo de carbohidratos, vitaminas y proteínas. Estudios recientes demuestran que la microbiota puede tener un impacto en el aumento de peso y la adiposidad, a través de varios mecanismos interconectados, como la utilización de energía a partir de los alimentos, y la producción de metabolitos bacterianos, que tienen efectos inflamatorios y actúan a nivel del “eje intestino-cerebro” (una vía de comunicación bidireccional que existe entre estos órganos). Muchos de ellos son producidos por las bacterias de la microbiota a partir de sustancias que nuestro intestino no puede metabolizar, como por ejemplo la fibra.
Las personas con obesidad y diabetes presentan microbiotas con alteraciones características, y se piensa que las bacterias que conforman la microbiota de una persona obesa, tienen la capacidad de extraer más energía a partir de la dieta, comparada con las bacterias de la microbiota de personas delgadas, contribuyendo de esa manera a la obesidad.
Influencia de la dieta sobre la microbiota en Obesidad y Diabetes
La dieta es el principal factor relacionado al estilo de vida implicado en el desarrollo, prevención y control de la diabetes, la obesidad y otros desórdenes metabólicos. La mayoría de las dietas conocidas (Mediterránea, libre de gluten, vegana, occidental, omnívora, vegetariana) presentan perfiles de microbiota intestinal claramente establecidos.
Por ejemplo, dietas libres de gluten presentan bajos niveles de bacterias beneficiosas y mayores niveles de patógenos como las enterobacterias, como consecuencia de una menor ingesta de fibra. Las dietas occidentales, ricas en alimentos procesados, grasas y azúcares, se asocian a microbiotas con baja diversidad y riqueza, y menos cantidad de comensales beneficiosos, al igual que las dietas ricas en carnes y grasa animal. Las dietas veganas y vegetarianas presentan baja abundancia de ciertos grupos beneficiosos. La dieta Mediterránea (vegetales, aceite de oliva, cereales, legumbres, pescado y bajas cantidades de carnes rojas, lácteos y azúcares refinados) provee efectos favorables debido al elevado contenido de grasas insaturadas, así como altos niveles de fibra y antioxidantes. La microbiota intestinal de estos individuos está caracterizada por una alta concentración de bacterias beneficiosas como lactobacilos, asociadas con pérdida de peso, mejora del colesterol en sangre y disminución de la inflamación. De manera que esta dieta es considerada como la más saludable.
Qué beneficios pueden brindar los probióticos?
Numerosos estudios han evaluado el uso de probióticos para el manejo del sobrepeso, obesidad, resistencia a la insulina y dislipemia. Según la OMS, los probióticos son “microorganismos vivos, que administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio en la salud”.
Los probióticos más utilizados contienen cepas de Lactobacillus rhamnosus, Lactobacillus plantarum, L. casei, Bifidobacterium longum, B. breve, entre otros. Algunos estudios clínicos en pacientes obesos o con sobrepeso han demostrado reducción de peso, índice de masa corporal, circunferencia de cintura y masa grasa, así como mejoras en los valores de colesterol y triglicéridos. Con respecto a su uso en diabetes, se ha observado que Bifidobacterium lactis, L. acidophilus y L. rhamnosus son efectivos para disminuir la glucosa en sangre.
Y qué podemos hacer?
La realización de estudios de microbiota intestinal en estos pacientes, permiten detectar desbalances en las bacterias intestinales beneficiosas, presencia de bacterias potencialmente patógenas, y marcadores de disbiosis intestinal. Éstos resultados podrían ayudar a realizar intervenciones nutricionales personalizadas tanto en la dieta como en ciertos hábitos, que ayuden al paciente a tener una buena salud intestinal y un mejor estado de salud en general.
Las recomendaciones para mantener una microbiota saludable y una salud intestinal adecuada son: consumir alimentos ricos en fibra, bajos en grasas saturadas y en azúcares refinados, evitar la ingesta de alimentos ultraprocesados, aumentar el consumo de proteínas vegetales, como las que se encuentran en las legumbres, todo ésto sumado al mantenimiento de hábitos saludables, como descansar adecuadamente, realizar ejercicio y no fumar. Todo ésto ayudará a tener una microbiota rica y diversa, que pueda cumplir con eficiencia las funciones que nuestro organismo requiere.
Bibliografía